Aumenta la demanda de terapia familiar ante los nuevos modelos de familia

Imagen: Familia
Actualmente parece que gran parte de la sociedad ha superado la barrera psicológica que le impedía asistir a terapia cuando resultaba necesario. Lo que se impone ahora son las sesiones de terapia para toda la familia. La terapia familiar es cada vez algo más cotidiano en nuestro entorno y casi todos conocemos ya a alguien que ha hecho uso de ella.
En una información publicada en el diario argentino ‘Clarín’, los psicólogos explican que la causa de este fenómeno radica en que ya no hay  ‘familias tipo’ sino ‘todo tipo de familias’ y que haber roto el molde genera incertidumbre y precisa un refuerzo externo. El auge de los divorcios, separaciones y nuevas uniones, genera un aumento de consultas de orientación y asistencia para enfrentar del mejor modo posible situaciones poco conocidas y conflictivas.
La terapeuta familiar Claudia Messing asegura que los tratamientos y enfoques vinculares son más necesarios y frecuentes hoy que en épocas anteriores en las que los profesionales se centraban en el tratamiento individual. El cambio a lo vincular se corresponde dice con el paso del modelo autoritario de crianza que generaba mayor represión y distancia emocional, al modelo actual de demostración afectiva donde hay más libertad y cercanía emocional, pero también mayor dificultad de separación.
María Cristina Castillo, de la Institución Fernando Ulloa, explica que los desencadenantes que llevan a la familia a terapia son muy variados. Rutina, desamor, desacuerdo en la crianza de los hijos, problemas con la autoridad, separaciones, dificultades de aprendizaje, duelos, embarazos, adopciones, nacimientos, bodas, situaciones traumáticas, peleas donde se sobrepasan las palabras …
Es decir, todo es susceptible de consulta si quienes forman una familia no logran ponerse de acuerdo. Castillo puntualiza que ocurre cada vez más que las familias o las parejas viven como un tope la agresión verbal o física. No naturalizan la violencia y si hubo un desborde lo ven como un problema a enfrentar.
Su colega Stella Maris Rivadero asegura que la violencia familiar no necesariamente pasa por la agresión física sino por la dificultad de reconocer las diferencias de cada sujeto y respetar la alteridad del otro.
Las familias familias actuales atraviesan dos líneas de tensión que son el género y la generación. La disparidad en el desarrollo de los jóvenes, deseosos de poder e independencia, pero con un largo camino por recorrer para obtenerlos, genera poderosos conflictos entre padre s e hijos. Y las mujeres, antes subordinadas y hoy en proceso hacia la paridad, entran en conflictos conyugales ahora que pueden hacerlo. De hecho, ellas inician la mayoría de los divorcios. En cuanto disponen de autonomía económica, no vacilan en denunciar un contrato opresivo e insatisfactorio y buscar nuevos horizontes para sus vidas.



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