La importancia de los límites en la educación

Imagen CC: Sweet Smiles| Marcus Vegas
En el post anterior hablábamos del desconcierto que sufren muchos padres al no saber cómo actuar ante las rabietas de sus hijos. Otra de las dudas que a menudo les surgen está relacionada con los límites. En este sentido hay que aclarar que poner límites a nuestros hijos es la mejor manera de enseñarles que en la vida las cosas no son siempre aquí y ahora. Es importante que aprendan esta lección para que estén preparados para otras situaciones en las que su voluntad no se hará realidad.
No hay que temer a los límites, ya que cuando son claros y coherentes, establecidos desde la firmeza y el afecto, son sanos, sinónimo de amor y contención.
Siguiendo nuestra costumbre, a continuación os dejamos diez consejos que servirán de guía a la hora de establecer los límites de forma adecuada:

  • Hablar con claridad. Evitando frases tan genéricas como ‘pórtate bien’. Hay que dar órdenes concretas como ‘recoje los juguetes’ o ‘no pegues a tu hermano’.
  • Da explicaciones cortas y sencillas. Por ejemplo, ‘si pegas a los niños, se pondrán tristes’ o ‘si te subes a la mesa, te harás daño’.
  • Dar sentido positivo a las órdenes. En vez de decir ‘no grites’ hay que decir ‘habla bajo’.  Es más fácil que el niño obedezca si le hablamos en este sentido.
  • Decir las cosas con firmeza. Sobre todo cuando notamos cierta resistencia por parte del niño, hay que hablar serio y seguro, pero sin gritos. De manera que se entienda que no hay opción a no cumplir lo que estamos pidiendo.
  • Dar opciones a la hora de cumplir los límites. Por ejemplo, ‘hay que comer fruta, ¿prefieres manzana o pera? o hay que ponerse los zapatos, ¿prefieres los rojos o los azules?’.
  • Evitar las luchas de poder. Hay que establecer normas objetivas que no parezcan decididas por nosotros. Por ejemplo,  ‘son las nueve, hora de irse a la cama’ en vez de decir ‘quiero que te vayas a dormir porque es tarde’.
  • Es importante que las normas sean siempre las mismas, rutinas inflexibles, aunque ello suponga un esfuerzo para los padres. De lo contrario, será más difícil que el niño las cumpla.
  • Ayudarle a cumplir las órdenes. Cuando negamos a un niño que haga algo debemos ofrecerle una alternativa. Por ejemplo, ‘deja de ver la televisión, vamos a sacar los colores para pintar’.
  • Criticar las conductas, no al niño. No hay que decir a un niño que ‘es malo’, sino ‘que él es bueno pero se ha portado mal’.
  • Contar hasta diez antes de reñir para controlar las emociones. No debemos reñir al niño si estamos emocionalmente alterados o muy enfadados. De hacerlo, corremos el peligro de ser verbal o físicamente abusivos con ellos.

Aunque parece complicado recordar todos estos consejos a la hora de aplicarlos en las situaciones de la vida cotidiana, al final, estas reacciones surgirán en nosotros de forma natural. ¡Suerte!
 



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